martes, 18 de septiembre de 2012

Rodeados por las estrellas, envueltos por el viento, acompañados de las flores… somos seres en comunión y misión. Ya las flores se están transformando en frutos: pareciera que nada cambia… somos evolución permanente. Una práctica de oro que a veces se olvida: expresar a los otros todos los buenos sentimientos que sentimos por ellos, y jamás guardárnoslo… porque no nos pertenecen. Todo requiere de “actualización”, sino se corre el riesgo que lo más importante vaya quedando en el pasado: el Amor. Las verdades más importantes no están lejos de uno, ni en el tiempo ni en el espacio, sino en nosotros mismos por la Energía que somos. Todo es inmenso e infinito; todo es eterno y grandioso… nosotros (como ser) también. No hay que olvidarlo. Muchas veces, no se trata de ir más lejos, sino más hondo… y los manantiales están ahí. Ayer es ayer, y lo que pudimos hacer, ya tuvimos la oportunidad. Cada “hoy” es un universo nuevo de oportunidades. Somos más divinos cuando somos más humanos; y perdemos nuestra divinidad cuando nos volvemos inhumanos. Es la falta de amor que nos vuelve inhumanos. En realidad, nada nos pertenece; y nosotros pertenecemos a todos ontológicamente. La pertenencia es una idea y una ilusión. (jlfg)

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